

“Ser original es mi única obediencia.”
"Del aula al arte, del cerebro al corazón: elegí no callar"
Sobre mí
Mi historia
Desde niña, mis cuadernos escolares fueron mis primeros lienzos. Entre fórmulas y dictados, siempre aparecían dibujos, personajes y mundos inventados, cada uno con un estilo distinto, como si la imaginación se negara a quedarse quieta. Pero en esa época —como en tantas— los padres rara vez alentaban el talento artístico: lo importante era estudiar una carrera “seria”, encajar en el molde.
Yo lo hice. Estudié, terminé una maestría y descubrí otra pasión: dar clases. Enseñar me llena, porque es sembrar pensamiento crítico en otros, abrirles grietas al sistema desde el aula.
La pandemia fue el punto de quiebre. Dejé atrás la oficina y, con tiempo por fin en mis manos, explotó todo lo que había contenido durante años. Empecé a crear pinturas y esculturas, dándole forma a un humor negro y a mi gusto por la caricatura para adultos. Mi lenguaje son las partes del cuerpo que más admiro: el cerebro (la inteligencia), el corazón (el amor), la boca(la comunicación) y las manos (el sentir). Con ellas construyó metáforas de lo humano.
Mi arte dialoga con el wabi-sabi: encuentro belleza en lo roto, en lo inacabado, en lo imperfecto. Porque la perfección es obediencia, y yo elegí la rebeldía.
Así nació también FetoLab, un laboratorio donde incubar crítica y parir arte. Un espacio que incomoda, que provoca, que cuestiona.
Hoy soy artista y maestra, pero sobre todo soy alguien que eligió no callar. Creo que los artistas tenemos la obligación de incomodar.
El arte no es decoración: es un acto de resistencia.
Es un grafiti contra la pared limpia del poder.
Es la cicatriz que denuncia lo que el sistema quiere esconder.
Como Banksy, creo que el arte debe ser un golpe visual: rápido, incómodo y certero.
Mi obra no busca complacer. Busca incendiar.
Cerebro, corazón y manos contra la obediencia.
